domingo, 22 de noviembre de 2020

DETRÁS DE MI CASA

En el campo detrás de mi casa suceden muchas cosas: el rocío de la mañana refulge en las rosas, busco las lilas, el aleteo de las mariposas, los rayos de sol, la luz de la luna, el color de las abejas y en su miel la dulzura. En el campo detrás de mi casa me acaricia la brisa de las noches de verano moviendo las briznas de hierba entre los dedos de mi mano. En ese campo puedo jugar, me puedo tumbar, puedo reír y puedo llorar; se ven fascinantes las estrellas, hace fresquito y la falda de mi vestido vuela. En el campo detrás de mi casa veo el amanecer, bailo al salir el sol y las horas pasan sin querer. Allí tengo mi hamaca, se balancea la tela, el viento canta una nana, se giran los girasoles, el árbol me da su sombra y mi cuerpo, mecido en los brazos de Morfeo, sueña. En el campo detrás de mi casa crecen flores de alhelí. En el campo detrás de mi casa soy muy feliz.

lunes, 9 de noviembre de 2020

IMÁGENES

Luna llena rellena de hielo frío,denso y vaporoso. Frío con otoño sabor castaño y seco. Hojas vacías cayendo por los valles de Olid. Valle de colores tristes y amargos que me atacan con sus extremidades y sus luces intermitentes, que me laceran y me desgarran suavemente. Sopa de letras consumidas por el potente Cronos, pasa la historia de dolor como un flash lento. Gotelé doloroso y áspero en las nubes de las puertas de mi cielo. Kraken pirata que me roba inspiración y me deja rota. Paraguas danzando por el cementerio de mis pesares y ruinas. Búhos acechando mi pensar intentando abrir mi alma en busca de secretos ocultos en el fondo de la antigüedad. Reloj que corre por senderos inhóspitos en hospitales de muñecos trileros olvidados por sus dueños y su público. Teatros desiertos,arenosos y polvorientos, vacíos de historias no contadas que les dan vida y muerte infinitamente. Mente confusa en tiempos perdidos en el vórtice de la vida y de la decepción. Decepción que duele y agoniza en moribundos, luchando por un hálito de esperanza y que abundan en la desesperanza tras la tardanza del ángel negro que analiza la sique de sus cerebros marchitos. Flores aguadas de llantos y risas de gases impregnados en el aire. Y en el agua, sueños ahogados flotando como globos en el cielo. Troncos podridos,astillados por el paso del tiempo y la intemperie. Anillos colgando de tejados que una vez gozaron de tiempos inmemoriales de amor y ternura,de alegría y rabia, tristeza y euforia de personas y sus experiencias allí acontecidas.

martes, 28 de abril de 2020

ICEBERG

Es hora de decir te quiero. Es tiempo de resignación y aceptación. Esta noche es la última que pasarás a mi lado, la última noche que estarás conmigo. No puedes entenderme, belleza nórdica, pero te voy a echar de menos. Ya te echo de menos y aún no te has ido, y duele. Duelen los pulmones. Parece que no quieren hincharse demasiado, como si tuvieran miedo de explotar. Duele el corazón, cada vez que bombea sangre se clavan mil diminutos cristales en el músculo. Duelen los miedos, los que a veces calmabas con tu mirada tan cristalina que fascinaba. Y hoy me acompañan más que nunca, hoy aplastan mi espíritu con la fuerza de cien titanes. No es fácil describir todo lo que eres para mí, todas las cosas que odiaba pero a las que al final me acostumbré. Pero, sobre todo, no es posible describir lo que te he querido y te querré hasta el final de mi vida. Mis ojos se anegan contra mi voluntad pensando que apenas faltan horas para no volver a verte, para que no me vuelvas a ver, para que te derritas, mi pequeño iceberg. Tengo muchísimo miedo. Miedo de que te vayas y no vuelvas nunca más. Espero que puedas perdonarme por no ir a tu final, no soy capaz de recogerte en polvo. No soy capaz de esperar mientras el líquido recorre tu sangre y detiene tu corazón. No puedo. Siempre estarás en mí, me acompañarás en los viajes a nuestro descampado como si aún estuvieras aquí y cantaré todas las noches allí, bajo la luz de la luna y las estrellas, entre escombros. Llega la hora de decirte adiós, mi pequeño iceberg de alma azul. Te quiero ahora y siempre. Buen viaje.

viernes, 10 de abril de 2020

MÁTAME

Mátame. Ni siquiera lo pienses. No pienses cómo ni si quieres hacerlo; sé que no quieres hacerlo. Sé que no tengo derecho a pedírtelo, menos aún a mentarlo. Pero me preguntas como puedes ayudarme y está es mi solución, mi petición. Necesito que lo hagas; rápido, despacio, limpio, como tú quieras pero haz que deje de sufrir. El sabor de las fresas ya no me anima y los días pasan todos iguales, uno detrás de otro, sin trascendencia más allá del dolor. Y quiero frenar el tiempo, pero el tiempo quiere acelerarme a mí, lanzarme al vacío sin cuerda y que me las apañe para salir volando del agujero. Dicen que Dios aprieta pero no ahoga. ¿Tú también tienes el cuello en carne viva por su soga? Yo sí y si alguna vez me encuentras sin vida pasaré mi eternidad buscándolo si es que existe para mostrarle lo que hace su soga divina. Mátame porque ya no puedo más, porque ya no tengo nada, sólo una enfermedad que me devora. Yo no podría conseguirlo sola. Mátame por compasión, por rabia, por ira, por tristeza, finjamos que ha sido un accidente. Ayúdame a morir, nadie lo sabrá jamás.

viernes, 20 de marzo de 2020

AURORAS BOREALES

Siempre intento imaginar la muerte. Cómo será estar muerto, no sentir nada, ser el cadáver. No puedo evitar pensar en una persona (como ente no tangible) atrapada en un cuerpo inerte. Supongo que es algo así como una parálisis del sueño, ya que es imposible no sentir nada estando viva.Cuando pensaba en la muerte de pequeña, en que algún día iba a morir y los demás también, me dolía mucho el estómago y me ponía a llorar. Sentía una angustia horrible en el pecho y sólo quería escapar de ese destino. No concebía el no existir. Mi madre me decía que todos morimos algún día y que no podemos evitarlo, pero que todavía quedaba mucho para que eso pasara.¿Cómo decirle a un niño que las personas se van, que algunas dejan un vacío tan grande como el que yo sentí en ese momento?. Ahora no le temo a la muerte. La mayoría del tiempo solo deseo morir y pienso las diferentes formas de provocar el final.A lo que tengo verdadero pánico es a dejar ese vacío en alguien, que sea irreparable y por supuesto volver a sentir ese vacío, aunque lo siento a menudo. Y nada de lo que hago lo llena. Imagino la hora de la muerte, cuando nuestro cuerpo no tiene vida y nuestro ``ente´´ (supongo que podemos llamarlo espíritu, por usar un término, pero no creo en los espíritus), que nuestro ``ente´´ va hacia algún sitio antes de morir definitivamente. Para mí ese lugar es un paisaje en Noruega con auroras boreales y brisa que mueve suavemente mi pelo. No hace frío ni calor; lleves la ropa que lleves te sientes bien. Yo llevaría mi jersey negro de punto con capucha (estilo arquera del bosque), vaqueros o leggins negros y botas negras con hebilla. Hay un sillón enorme y una roca lisa y grande. La nieve de las montañas no moja así que puedes sentarte en la nieve con la espalda apoyada en la roca. Todo es nieve, oscuridad y una atmósfera de amor y calidez a tu alrededor. Allí te sientes protegida, tranquila. Tienes que tomar asiento porque se acerca la hora. En las auroras boreales que bailan en el cielo, iluminando la noche tenuemente, se proyecta la película de tu vida; todos y cada uno de los momentos de tu vida desde tu nacimiento hasta tu fallecimiento. Puedes verlos de nuevo, pausarlos, elegir momentos etc. Incluso puedes verlos desde tu perspectiva, como si volvieras a vivirlos, o verlos desde fuera. Y ahí te quedas para siempre, viendo tu película todas las veces que quieras. También puedes ver las vidas de la gente importante para ti, cómo has influido en ellas. Me reconforta y me da mucha paz pensar así; hace que le tenga menos miedo a la muerte, que lo vea como un proceso más, un proceso bueno. Sería más feliz si pudiera ver mi vida de esta manera... Estar eternamente así: yo, material de dibujo, libros y mi vida pasando delante de mí en auroras boreales. Sin miedo a nada, sin miedo a que ocurra nada. Añadiría música de piano lenta, para sentirme mecida por la tranquilidad, el amor, la paz y la libertad. (escrito el 30 de abril de 2018)

jueves, 5 de marzo de 2020

OLOR A NUEVO

Por fin lo tengo entre mis manos. Llevaba dos meses esperándolo y por fin es mío. Como siempre siento su peso, lo aprieto contra mi pecho para confirmarme a mí misma que es real. No puedo aguantar más y abro el sobre acolchado, despacio y con cuidado como si fuera el tesoro de una ciudad escondida. Contengo la emoción y meto la mano en el sobre. Saco el libro con la expectación a punto de reventarme el pecho, lentamente y abro mucho los ojos al ver su grosor y sus páginas llenas de letras. Asoma la ilusión en mi mirada. Me encanta esa pequeña sorpresa de recibir un libro nuevo y comprobar que es más grueso de lo que imaginaba, es como comprarte una caja de bombones y, al abrirla, ver que hay dos pisos. Acaricio el lomo, las páginas, observo la portada y dejo que me invada la alegría. Abro el libro por una página al azar y acerco la nariz para oler el papel. Adoro el olor peculiar de cada libro, el olor a nuevo, a viejo, a lo que sea pero siempre diferente. Me dirijo a la primera página, en la que hay una dedicatoria de la autora escrita especialmente para mí. A través de sus palabras siento su gratitud y sus mejores deseos, sus ganas de que disfrute de su historia. Entro por la puerta de mi casa y voy directa a mi habitación. Cojo el teléfono para avisar a las personas cercanas de que ya tengo mi nuevo libro. Lo coloco en la estantería y lo contemplo orgullosa. Es mi mayor logro del día de hoy.

jueves, 20 de febrero de 2020

¿DÓNDE ESTÁ EL SOL?

A menudo me pregunto dónde está esa luz al final del túnel de la que todos hablan. Sigo en el camino pero nunca la veo. Me pregunto dónde está el sol que siempre sale después de la tormenta. O mejor dicho cuándo acabará la tormenta. Llevo tanto tiempo mojándome que creo que estoy empezando a convertirme en agua. Y está el vacío. El eterno vacío interior. La apatía ha vuelvo a su sitio en el sofá y no parece querer irse todavía. Hasta ha traído palomitas para ver el espectáculo. ¿Alguna vez te has sentido tan vacío y solo que ni siquiera has sido capaz de moverte? ¿Has sido tan consciente del peso de tu cuerpo que no has podido hacer más que sentarte en una silla y mirar la pared mientras escuchas música deprimente? Es como masticarse a uno mismo para luego escupirnos bien trituraditos. Como mirarse al espejo y no ver nada, no reconocerse a uno mismo. He perdido el mapa que me guiaba hacia algún sitio mejor y ahora no sé qué hacer con todo lo que me queda por andar, hacia que dirección ir, ni siquiera sé hacia donde me dirijo. Quiero decir, ¿es ésta la vida qué me espera? ¿Es esto lo que queda después de tanto buscar, de tanto andar? ¿Qué sentido tiene todo esto?

martes, 28 de enero de 2020

EL MEJOR BAILE

Levanto la mano hacia la leve iridiscencia que ha empezado a aparecer como una nube de vapor, flotando en la oscuridad permanente en la que vivo.Tengo la sensación de que puedo hundir mi mano en ella y sentir su materialidad, aunque en realidad sólo es un tenue brillo difuminado con aspecto de galaxia o nebulosa con una gama cromática tan bella, hermosa y sublime que me abraza el corazón con un amor tan cálido que derrite durante algunos instantes la escarcha que recubre el músculo cardíaco.Ilumina suavemente mi rostro, dibujando sombras de colores en mis pómulos, mi nariz, mi barbilla. Contrastan con las sombras que envuelven mi parte corpórea, confiriéndome un aire artístico, místico. Pero ante todo confiriéndome un aspecto de tranquilidad, de sutil belleza que resulta hipnótica por la normalidad que hay en ella. Inicio mi danza improvisada alrededor de esa pequeña serendipia que la vida ha tenido a bien concederme para aligerar el peso que cargan mis hombros, desenredar los nudos de mi madeja emocional y hacer que mi corazón vuelva a latir de emoción y no como mero mecanismo de supervivencia. Bailo lentamente, con movimientos fluidos, tranquilos, que transmiten paz y sosiego. Balanceo mi cuerpo sin tensión, dejándome llevar por la melodía que solo oigo yo, que solo mis oídos perciben, que suena en mi cabeza. La nube iridiscente también se mueve, rodeándome y envolviéndome para avanzar juntos y movernos en sintonía, compenetrados para ejecutar el difícil pero infinitamente hermoso sentimiento que es el amor. Es el amor puro y sin artificios ni ornamentos que debe realizarse con paciencia, tiempo y presencia de espíritu, con todos nuestros sentidos enfocados en nuestro compañero de baile y en los latidos de ambos corazones uniéndose y absorbiéndose, empapándose de la esencia del otro. Porque esa nube de iridiscencia que a veces aparece en la oscuridad es un ser humano con el que he establecido una conexión fuerte y consistente. Una conexión que precisa de la ejecución de la danza que es el amor para mantener su existencia, para perdurar en el tiempo en el finito espacio que es la vida. En las finitas oportunidades que nos concede la existencia en su finita duración para que saboreemos con todo nuestro ser los momentos, las sensaciones, las emociones, los pelos de punta y las cosquillas en el estómago, las caricias, los besos, las palabras que nos dedican los demás. Los buenas noches o buenos días, los avísame cuando llegues, los estoy deseando verte y los siempre estaré ahí que se hacen realidad. Los abrazos que apagan todos nuestros incendios y los silencios compartidos que nos dan tanta paz y serenidad en nuestra oscuridad, que nos iluminan un poco el camino. El amor, el motor que da sentido a eso tan complicado que es la vida.

jueves, 2 de enero de 2020

CRISTALES MASTICADOS

¿Qué hacer cuando todos mienten? ¿Qué hacer cuando el corazón suena encantador al romperse la arenilla en la que se ha convertido después de tanto quebrarse, de tanto morir una y otra vez? Me acostumbré al sonido de mi corazón cuando se rompe, al final me ha acabado gustando tanto que disfruto del eco que suena en mi pecho, el mismo sonido que harías si masticases cristales. Pero no me gusta romperlo, claro. Eso duele. Mucho. Creo que es lo peor que le puede pasar a una persona en la vida; que se le rompa el corazón. Y no estoy hablando de una simple decepción porque te ha dejado el noviecito/a de turno o porque te enfadaste con esa amiga que siempre llega tarde o con la que nunca estás de acuerdo. Eso son simples pérdidas de tiempo de las que puedes sacar algún beneficio personal si eres lo suficientemente resiliente. Cuando se rompe un corazón... un mundo se viene abajo, el cerebro deja de funcionar, somos tristes juguetes rotos con los que se han cansado de jugar. Imagina una estrella que se muere, con su supernova en el espacio exterior. Imagina esa muerte en el pecho, en el alma , en tu mente. Un ataque directo en tu talón de Aquiles; como estar bajo el agua y no poder salir cuando se acaba el oxígeno, pataleando y apretando bien fuerte los dientes y los labios para que el aire que queda no salga, pero el agua no se acaba nunca. Es tan fácil hundirse en el agua cuando te rompen el corazón... Tan fácil desconfiar... Aunque cuando se vuelve habitual tu espíritu luchador dice basta, no por miedo, si no por cansancio. Ese cansancio característico de una vida llena de golpes y abatimiento, ese cansancio que te hace querer hundirte en el agua aunque quieras respirar. Todo pesa, hasta el aire. La paciencia se va de viaje y la esperanza se toma su medicación para dormir, ambos sin fecha de regreso. Asistes a la conferencia de tu vida mientras los cristales masticados que ahora forman tu corazón se mantienen unidos por una mezcla de resina y cinta americana; roza lo tétricamente artístico. Pero da asco. Ojalá el mundo no girara tan despacio, ojalá el mundo no girara tan rápido, ojalá no pareciera una puta noria averiada. Y ojalá tu corazón no se rompiese más y dejase de sonar todo el tiempo cada vez que respiras, cada vez que piensas en todas las veces que se rompió y en lo estúpido/a que fuiste por dejar que alguien o algo pudiese romperlo. Maldita inocencia humana,maldita verde esperanza.