jueves, 2 de enero de 2020

CRISTALES MASTICADOS

¿Qué hacer cuando todos mienten? ¿Qué hacer cuando el corazón suena encantador al romperse la arenilla en la que se ha convertido después de tanto quebrarse, de tanto morir una y otra vez? Me acostumbré al sonido de mi corazón cuando se rompe, al final me ha acabado gustando tanto que disfruto del eco que suena en mi pecho, el mismo sonido que harías si masticases cristales. Pero no me gusta romperlo, claro. Eso duele. Mucho. Creo que es lo peor que le puede pasar a una persona en la vida; que se le rompa el corazón. Y no estoy hablando de una simple decepción porque te ha dejado el noviecito/a de turno o porque te enfadaste con esa amiga que siempre llega tarde o con la que nunca estás de acuerdo. Eso son simples pérdidas de tiempo de las que puedes sacar algún beneficio personal si eres lo suficientemente resiliente. Cuando se rompe un corazón... un mundo se viene abajo, el cerebro deja de funcionar, somos tristes juguetes rotos con los que se han cansado de jugar. Imagina una estrella que se muere, con su supernova en el espacio exterior. Imagina esa muerte en el pecho, en el alma , en tu mente. Un ataque directo en tu talón de Aquiles; como estar bajo el agua y no poder salir cuando se acaba el oxígeno, pataleando y apretando bien fuerte los dientes y los labios para que el aire que queda no salga, pero el agua no se acaba nunca. Es tan fácil hundirse en el agua cuando te rompen el corazón... Tan fácil desconfiar... Aunque cuando se vuelve habitual tu espíritu luchador dice basta, no por miedo, si no por cansancio. Ese cansancio característico de una vida llena de golpes y abatimiento, ese cansancio que te hace querer hundirte en el agua aunque quieras respirar. Todo pesa, hasta el aire. La paciencia se va de viaje y la esperanza se toma su medicación para dormir, ambos sin fecha de regreso. Asistes a la conferencia de tu vida mientras los cristales masticados que ahora forman tu corazón se mantienen unidos por una mezcla de resina y cinta americana; roza lo tétricamente artístico. Pero da asco. Ojalá el mundo no girara tan despacio, ojalá el mundo no girara tan rápido, ojalá no pareciera una puta noria averiada. Y ojalá tu corazón no se rompiese más y dejase de sonar todo el tiempo cada vez que respiras, cada vez que piensas en todas las veces que se rompió y en lo estúpido/a que fuiste por dejar que alguien o algo pudiese romperlo. Maldita inocencia humana,maldita verde esperanza.

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