jueves, 5 de marzo de 2020

OLOR A NUEVO

Por fin lo tengo entre mis manos. Llevaba dos meses esperándolo y por fin es mío. Como siempre siento su peso, lo aprieto contra mi pecho para confirmarme a mí misma que es real. No puedo aguantar más y abro el sobre acolchado, despacio y con cuidado como si fuera el tesoro de una ciudad escondida. Contengo la emoción y meto la mano en el sobre. Saco el libro con la expectación a punto de reventarme el pecho, lentamente y abro mucho los ojos al ver su grosor y sus páginas llenas de letras. Asoma la ilusión en mi mirada. Me encanta esa pequeña sorpresa de recibir un libro nuevo y comprobar que es más grueso de lo que imaginaba, es como comprarte una caja de bombones y, al abrirla, ver que hay dos pisos. Acaricio el lomo, las páginas, observo la portada y dejo que me invada la alegría. Abro el libro por una página al azar y acerco la nariz para oler el papel. Adoro el olor peculiar de cada libro, el olor a nuevo, a viejo, a lo que sea pero siempre diferente. Me dirijo a la primera página, en la que hay una dedicatoria de la autora escrita especialmente para mí. A través de sus palabras siento su gratitud y sus mejores deseos, sus ganas de que disfrute de su historia. Entro por la puerta de mi casa y voy directa a mi habitación. Cojo el teléfono para avisar a las personas cercanas de que ya tengo mi nuevo libro. Lo coloco en la estantería y lo contemplo orgullosa. Es mi mayor logro del día de hoy.

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