lunes, 1 de enero de 2024
AMIGOS
Luminous de Ludovico Einaudi.
Toco el piano cuando no puedo dormir, al menos me gustaría poder hacerlo así que lo toco en mi mente, para mí, como si la melodía que escucho a la vez saliera de mis dedos torpes.
Imágenes de mis mejores amigos van pasando por mi cabeza, como invitados por cortesía a una fiesta de postín. Me da miedo perder las sensaciones que me asaltan cuando pienso en ellos si gasto esos recuerdos. El fin de semana ha sido tan feliz, en esa ciudad fría y tan querida para mí, donde he descubierto que me gusta ver deportes si mis amigos son los jugadores, que no me da miedo enseñarles las cosas raras como el helado con patatas fritas y que no hay mejor combustible que sus abrazos.
Y cuando despierto angustiada me pongo a llorar, porque soñaba que estaba en el hospital de nuevo y dejaba de comer, porque me apartaban del mundo de nuevo. Pero me pongo a leer los mensajes de la cajita de adviento y joder, qué querida me siento. Lloro más porque siento el amor de mis amigos, todos esos que han dedicado un momento para escribirme mensajes de ánimo, de agradecimiento etc en esta época tan dura. Me inunda la sensación y la certeza de ser afortunada como nadie en este planeta tan duro y tan lleno de todo y a la vez de nada. Son lágrimas confusas, provocadas por más de una emoción difícil de llevar en su intensidad inexplicable, pero hay alegría en ellas, hay esperanza y hay certeza.
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